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¿Es un problema de palabras o de fondo?

estrategia Jun 04, 2025

Una comunicación potente puede hacer entendible tu trabajo, invitar a la participación, movilizar apoyos y convencer a donantes. Pero no es una solución mágica. Si empiezas a sentir que “algo no encaja” en vuestra forma de comunicar, tal vez no se trate solo de las palabras, sino de la estrategia que hay detrás. 

Muchas veces, lo que parece un problema de mensajes, en realidad esconde una señal de algo más profundo: prioridades poco claras, programas que no encajan entre sí o una identidad que se ha quedado atrás respecto a lo que la organización hace hoy. Entonces, ¿cómo saber si lo que falla es la manera de contar o lo que hay que contar? 

Señales de que tienes un problema de mensaje 

Este tipo de problema no tiene que ver con el qué, sino con el cómo lo estás comunicando. Estas son algunas pistas: 

  • Te cuesta explicar de forma breve y clara a qué os dedicáis, cómo lo hacéis y por qué. 
  • Cada persona del equipo da una versión distinta de lo que hacéis. 
  • Solo se sabe explicar bien un programa concreto, pero no la misión global de la organización. 
  • Estáis diciendo demasiado, o demasiado poco, y perdéis la atención del público. 
  • Los mensajes suenan genéricos, poco diferenciados. 
  • No existe un documento compartido para unificar el tono y el relato. 

Si te reconoces en esto, hay buenas noticias, pues normalmente, se puede resolver con un trabajo de estrategia de marca y narrativa. Se trata de afinar el lenguaje, aclarar el propósito, y formar al equipo para que hable con una sola voz. 

Señales de que el problema es estratégico 

Pero si te ocurre alguna de estas cosas, probablemente no estás ante un problema de comunicación, sino ante una dificultad en el plano estratégico: 

  • No hay consenso sobre qué hace o qué prioriza la organización. 
  • Circulan varias versiones de la misión, y nadie sabe cuál es la buena. 
  • No hay acuerdo sobre qué públicos son prioritarios. 
  • La base social y los colaboradores no entienden bien el impacto o el valor añadido del trabajo que hacéis. 

Aquí no basta con pulir los textos, si la estrategia está desdibujada, cualquier mensaje se verá flojo o confuso. Antes de invertir en comunicación, hay que volver al origen, aclarar la visión, la misión, las prioridades y a quién os dirigís. 

¿Por dónde empezar? 

  1. Hazte las preguntas difíciles. ¿Tenemos claro qué hacemos y cómo? ¿A quién queremos llegar? ¿Qué cambio buscamos? ¿Por qué hacemos lo que hacemos?  
  2. Alinea al equipo. La comunicación solo funciona cuando liderazgo, programas, fundraising y comunicación están en la misma página. Si no hay sintonía estratégica, los mensajes siempre parecerán desordenados. 
  3. Busca una mirada externa. A veces, estamos demasiado cerca del trabajo para verlo con claridad. Escuchar a personas de fuera, donantes, colaboradores y profesionales especializados puede aportar perspectiva y revelar puntos ciegos. 
  4. No saltes los pasos. Si el problema es estructural hay que abordarlo con un proceso estratégico antes de ponerse a redactar nuevos contenidos. Una vez se haya abordado la raíz, entonces sí, el mensaje tendrá una base sólida. 

Si la estrategia cojea, el mensaje también lo hará. Antes de lanzarte a rediseñar la imagen de tu organización o generar contenidos nuevos, párate a pensar: ¿tenemos claro quiénes somos y hacia dónde vamos?   

 

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